jueves, 7 de julio de 2011

Oracion de la tarde

Como un ángel en manos del barbero, sentado 
Vivo. Y empuño un chop de acentuadas estrías. 
Una pipa en los dientes y el epigastrio inflado, 
En el aire que surcan inciertas travesías. 

Como las heces cálidas de un palomar vetusto, 
Mil sueños en mí dejan una dulzura ardiente: 
Y así mi corazón es como un triste arbusto 
Que tiñen rojas gotas de un oro icandescente. 

Y una vez que a mis sueños me los volví a beber, 
Cauto, después de treinta o cuarenta festejos, 
A calmar me retiro el acre menester. 

Dulce como el Señor del cedro y los hisopos, 
Meo hacia el cielo ardo, muy arriba y muy lejos, 
Con la equiescencia de los grandes heliotropos.

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